LA BARCA LUMINOSA
Al adormido viento de la noche templada,
y al mágico relente de la dulce marea:
amiga de la costa una barca encantada,
con brillos estelares en el ancón albea.
Es barca misteriosa quejen los días lontanos
me trajo blandamente la esperanza querida,
con las variadas notas de fulgores galanos
y nítidos arpegios de luz estremecida.
Torna su rondinela con blancor de mañana,
desnuda y abrillanta la peña lagrimosa,
donde, junto a la orilla, está mi dulce indiana
con tenues lasitudes de vespertina rosa.
Y hermosea sus ojos con brillo titilante,
y su pálido rostro con una alba hechicera;
destaca sus cabellos como un nublón distante
y ciñe de ternura la viva sangre ibera.
Ha llegado la calma celestial, ¡amor mio!
viene a tus pies el sueño del agua silenciosa;
y esta noche infinita, esta noche de estío,
amores nos envía la barca luminosa.
Llegan con brillanteces de la lluvia marina,
y de dorados tumbos con místicos sonares;
y al resplandor dormido la dulce becacina
nos cuenta melodiosa el amor de los mares.
De la barca los rayos nos alumbran clementes,
veo color de luna tu semblante adorado;
y, al frío de la playa, se realizan ardientes,
luminosos y tristes los besos que he soñado.
Te siento en el encanto, te siento en la harmonía
que tienen las nereidas de lánguida dulzura;
bajo la luz plateada, cerca la mar sombría
un sueño me pareces de indecible ventura.
Y contemplo en tu nimbo canoras sensaciones,
y un inefable espanto de amor dulce, inaudito
y modulan tus ojos las divinas canciones
que rondan tristemente el laurel infinito.
|Ay, durará esta llama que gentil nos rodea
con mágico preludio de amores y alegría?
¿fenecido el encanto de la barquilla dea,
continuarán tus besos fervientes con el día?
Oh, tú mujer divina, con el radiante hechizo
de luces pasionales, que te circunda y dora;
me olvidarás ¡oh, bella que el noble cielo hizo
para ser la ternura del alma que te adora!
Y volverá la lumbre que vivamente avanza
hacia el confín distante de la mar tenebrosa:
¡prendida en la onda obscura su estela de esperanza,
al Oriente ha virado la barca luminosa!
José María Eguren