CONSOLACIÓN
De tarde, en la fatídica llanura,
está Consolación
junto al lago doliente de las lágrimas.
A ella van, remotas peregrinas,
las novias y las madres que, en la bruma
de las vísperas negras,
modularon los últimos adioses.
Pálida sombra viene;
las torres musicales se han dormido,
y el vesperal flamero está sin luz;
Consolación recibe dolorida
estas murientes almas,
que huyen de los silencios del pesar;
con melodioso amor las acaricia,
trémula de piedad con ellas llora;
y en el confín de la llanura inmóvil,
lagos de sangre hirvientes,
con angustia mortal miran sus ojos.
José María Eguren