LA NAVE ENFERMA
Era la mañana,
por el mar nielado,
un vapor enfermo,
tristemente ha llegado.
Con agudas voces
y desgarradoras,
tembló su sirena
en las quemadas horas.
Unos hombres raros,
su mercadería
conduciendo al muelle
pasaron todo el día.
Y al morir la tarde
se divisan, lejos,
a las tristes sombras
junto a los aparejos.
Nunca más volvieron
los desconocidos,
¡oh, la nave enferma!
¡ay, los seres queridos!
José María Eguren