LA PROCESIÓN
Una pálida procesión
como de marchitas flores,
se aleja en el jirón
de las casas multicolores.
Con opaca iluminación,
llegan mantos de alegría
y de tribulación
a la nocturna lejanía.
En su dormido diapasón,
ojos pasan infinitos;
dicen del panteón
lloros y besos inauditos.
Con vespertina gradación,
se alejan por los alcores
a las de orquestación
tumbas de los emperadores.
José María Eguren