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ODA SEGUNDA
A VENUS

¡Madre divina del alado niño!,
oye mi ruego, que jamás oíste
otra tan triste, lastimosa pena
                          como la mía.

Baje tu carro desde el alto Olimpo,
entre las nubes del tranquilo cielo;
rápido vuelo traiga tu querida,
                          blanca paloma.

No te detenga con amantes brazos
Marte, que deja su rigor por verte;
ni el que por suerte se llamó tu esposo
                          sin merecerlo;

ni la delicia de la sacra mesa,
cuando a los dioses, lleno de ambrosía,
brinda alegría Jove con la copa
                          de Ganímedes;

y el eco suena por los techos altos
del noble alcázar, cuyo piso huellas,
lleno de estrellas, de luceros lleno
                          y tachonado.

Cerca del ara de tu templo en Pafos,
entre los himnos que tu pueblo dice,
este infelice tu venida aguarda;
                          ¡baja volando!

Sobre tus aras mis ofrendas pongo,
testigo el pueblo, por mi voz llamado;
y concertado con mi tono el suyo,
                          llámate madre.

Alzo los ojos al verter el vaso
de leche blanca, y el de miel sabrosa;
ciño con rosa, mirtos y jazmines
                          esta mi frente.

Mi palomita con la tierna pluma,
aún no tocada por pichón amante,
pongo delante de tu simulacro;
                          no la deseches.

Ya, Venus, miro resplandor celeste
bajar al templo: tu belleza veo.
Ya mi deseo coronaste, ¡oh madre!,
                          ¡madre de amores!

Vírgenes tiernas, niños y matronas,
¡ya llega Venus!, ¡vuestra diosa viene!
El templo suene con alegres himnos
                          júbilo grato.

Humo sabeo salga de las urnas,
dulces aromas que agradarla suelen,
ámbares vuelen, tantos que a la excelsa
                          bóveda toquen.

Pueblo de amantes, que a mi voz llegaste,
a Venus pide que a mi ruego atienda,
y que a mi prenda la pasión inspire,
                          cual yo la tengo.

CORO DE NIÑOS

¡Reina de Chipre, diosa de Citeres!,
tú que a los dioses y a los hombres mandas,
¿por qué no ablandas a la dura Cloris?,
                          ¡mándalo, Venus!

CORO DE NIÑAS

¡Reina de Pafos y de amores madre!,
tú que las almas llenas de placeres,
¿por qué no quieres que Dalmiro triunfe?,
                          ¡mándalo, Venus!

PRIMER NIÑO

Como la rosa
agradecida
da mil olores
de sus aromas
al amoroso céfiro blando,
cuando la halaga
y la rodea,

PRIMERA NIÑA

haz que reciba
en su regazo
Cloris afable
al que la adora.

CORO DE NIÑOS

¡Reina de Chipre, diosa de Citeres!,
tú que a los dioses y a los hombres mandas,
¿por qué no ablandas a la dura Cloris?,
                          ¡mándalo, Venus!

CORO DE NIÑAS

¡Reina de Pafos y de amores madre!,
tú que las almas llenas de placeres,
¿por qué no quieres que Dalmiro triunfe?,
                          ¡mándalo, Venus!

PRIMER NIÑO

Como la yedra
halla en el olmo
vínculo firme
cuando la abraza,

SEGUNDA NIÑA

haz que a su amante
plácido rostro
ponga la ninfa
cuando la vea;
pábulo nuevo
halle su llama
en su querida,
dulce zagala.

CORO DE NIÑAS

¡Reina de Pafos y de amores madre!,
tú que las almas llenas de placeres,
¿por qué no quieres que Dalmiro triunfe?,
                          ¡mándalo, Venus!

CORO DE NIÑOS

¡Reina de Chipre, diosa de Citeres!,
tú que a los dioses y a los hombres mandas,
¿por qué no ablandas a la dulce Cloris?,
                          ¡mándalo, Venus!

autógrafo
Dalmiro. José Cadalso


Oda

enlace Versión manuscrito 3.804
facsímil Poesías inéditas de Cadahalso. Mss. 3.804. Biblioteca Nacional

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Versión de la Biblioteca Virtual Cervantes (cervantesvirtual.com).