ROMANCE DE GERINELDO
Levantóse Gerineldo, que al rey dejara dormido,
fuese para la infanta donde estaba en el castillo.
—Abráisme, dijo, señora, abráisme, cuerpo garrido.
—¿Quién sois vos, el caballero, que llamáis a mi postigo?
—Gerineldo soy, señora, vuestro tan querido amigo.
Tomárala por la mano, en un lecho la ha metido,
y besando y abrazando Gerineldo se ha dormido.
Recordado había el rey de un sueño despavorido;
tres veces lo había llamado, ninguna le ha respondido.
—Gerineldo, Gerinaldo, mi camarero pulido;
si me andas en traición, trátasme como a enemigo.
O dormías con la infanta o me has vendido el castillo.
Tomó la espada en la mano, en gran saña va encendido,
fuérase para la cama donde a Gerineldo vido.
El quisiéralo matar, mas criole de chiquito.
Sacara luego la espada, entrambos la ha metido,
porque desque recordase viese cómo era sentido.
Recordado había la infanta y la espada ha conocido.
—Recordados, Gerineldo, que ya érades sentido,
que la espada de mi padre yo me la he bien conocido.
Anónimo, 1537