Por niñear, un picarillo tierno,
Hurón de faltriqueras, subtil caza,
A la cola de un perro ató por maza
(Con perdón de los clérigos) un cuerno.
El triste perrinchón en el gobierno
De una tan gran carroza se embaraza;
Grítale el pueblo, haciendo de la plaza
(Si allá se alegran) un alegre infierno.
Llegó en esto una viuda mesurada,
Que entre los signos, ya que no en la gloria,
Tiene a su esposo, y dijo: «Es gran bajeza
Que un gozque arrastre así una ejecutoria
Que ha obedecido tanta gente honrada,
Y se la ha puesto sobre su cabeza».
Luis de Góngora y Argote, 1588