Del bien del pensamiento se sustenta
el triste corazón entre mil males
que en mí se tratan como naturales,
y el alma hace ya la misma cuenta.
El no sufrirlos tiene por afrenta,
y por honra y valor sufrirlos tales,
y págase, sintiéndolos mortales,
con sólo consentirle que los sienta.
Esto por bien muy grande se le niega,
y la vida ha tomado por partido
seguir en padecer su estilo usado,
que llegando al extremo donde llega,
lo que con desearlo nunca ha sido,
no puede por razón serle negado.
Hernando de Acuña