Atenta al gran rumor la musa mía
del armígero son de Marte fiero,
cesó del dulce estilo que primero
en sujeto amoroso se extendía;
mas ahora, con la vuestra en compañía,
me vuelve al sacro monte, donde espero
levantarme más alto y, por grosero,
dejar con nuevo canto el que solía.
Así sus horas con la espada a Marte,
y los ratos del ocio con la pluma
pienso, señor, enderezar a Apolo;
dando a los dos de mí tan larga parte,
y tomándola de ellos tal, que en suma
no me cause tristeza el verme solo.
Hernando de Acuña