CABALLEROS TEUTONES
De heroico siglo en apartado día
craza una pareja de teutones
por las llanuras de la vieja Hungría,
olvidados, con noble bizarría,
de escudos; capacetes y trotones.
Tan sólo a sus cinturas eslabona
pesado anillo la marcial tizona
que a sus puños de acero confió el rito:
bajo el limpio metal que la aprisiona
no ha turbado sus sueños el delito,
ni en baja lid con la mesnada obscura
jamás melló sus filos tajadores,
ni, de su temple y su virtud segura,
se abatió nunca a combatir la impura
falange de malsines y traidores.
Zurda banda de pillos y gañanes
con la pareja solitaria cierra,
que, entre la grita audaz de los rufianes
y al golpe de sus toscos guayacanes,
en sangre moja la mancha tierra.
A destrizar la sórdida gavilla
bastaba la teutónica cuchilla;
pero la ley caballeresca manda
perecer sin defensa en la demanda
antes que herir a gentes de traílla.
Lustre consigan los honrados fueros,
de la altivez al generoso brote;
a estilo de los bravos Caballeros,
¡prefiramos caer bajo el garrote
a mancillar los ínclitos aceros!
Guillermo Valencia