DE LO QUE CONTESÇIÓ AL ARCIPRESTE CON LA SSERRANA BICICLETA E DE LAS FIGURAS DELLA
La habría el Arcipreste amado a la bicicleta
con gozo nupcial, la habría en cada cuerda acariciado,
deseado por vedette piernilarga en el carrousel
de aqueste gran fornicio que es la Tierra, profundizado
con ciencia de aceite por
máquina suntuosa, pedaleado hasta el paroxismo
olor a fucsia en la fermosura de la moza.
Montado así en arrebato tan desigual cómo hubiérala
nadado con arte esquivo haciendo uno
timón y manubrio sin saber por dónde desembarcar,
alazana como es la imantación de la seda
entre rueda y muslo, cómo
por medieval que parezca el gallo y la cresta
del mester del gallo, bodas
hubiera habido por el suelo de algún Don Arcipreste abrupto
que otrora
fuera carnal y sacramental, bodas con
extremaunción y alambre, bodas de risa
con misa y otras astucias, ¿quién lo manda
a desear la costilla de su prójimo, a verdear
con cualquier loca por allí, a
andar viendo mujer en cada escoba
con joroba?, ¿aluminio
donde no hay más que exterminio?,
¿quería
maja? Bueno,
ahí tiene mortaja.
Gonzalo Rojas