DIONISOS EBRIO
Desde las cumbres heliconias mira
los pámpanos crecer en las laderas,
y al aire de las verdes sementeras
pulsar el abedul como a una lira.
Entre sus sienes espumantes gira
cálido mosto, crepitar de esferas,
y un ímpetu de blondas cabelleras
arrastra al dios, y su embriaguez delira.
Y lanza el ditirambo en voz de trueno.
Y el vino exulta y en el valle heleno
se enfurece la luz, el aire arrecia,
si el Theos alza en espirales copas
bruñidas por el hálito de skopas,
la epifanía cenital de Grecia.
Germán Pardo García