VITALIDAD DE SAFO
Ungió entre las adelfas su hermosura
con los iris del mar de Mitilene,
y en los dedos citáridas sostiene
la rosa bisexual de su ternura.
No ha muerto y canta y su pasión perdura.
Ayer fulgía en el talud que tiene
propíleos adorantes. Safo viene
de siglo en siglo a la ensenada oscura.
Alceo enlira y le descubre abierta
la entrada al corazón. Frente a su puerta
Safo confía y se estremece y duda,
y al fin exclama, en éxtasis alado,
que ha visto en la belleza del amado
la doncellez de Góngula desnuda.
Germán Pardo García