HERMANOS DESPIDIÉNDOSE ANTE EL MAR
Me aguardabas, rencor. Y arteramente
nos hemos encontrado en esta orilla
sin redención, de un mar de pesadilla,
rojas espumas y aguasal hirviente.
Mi faz anclaba hacia el nadir la frente.
Tú, acechándome. ¡Infausta maravilla
de ser uno los dos y cual la arcilla
igual a su aridez y diferente!
Y nos vemos así: duros hermanos
que por última vez juntan las manos.
Sombra y escarcha nuestro rostro vierte,
y un segundo después nos despedimos
bajo esta oscuridad donde vinimos
a odiarnos en las playas de la muerte.
Germán Pardo García