EL DEFENSOR
A estos residuos de rincón me aferro,
pues son del mundo lo que ya nos queda
a los que padecimos, sin que pueda
salvarnos la esperanza, del destierro.
En esta dura habitación me encierro.
Sus muros son de miserable greda.
Sobre su artesanía una arboleda
y al pie del pozo abandonado un perro.
No asediéis estos míseros despojos.
Los voy a defender y con los ojos
a incendiar al que avance a mi morada.
Yo, el agrícola y manso, me defiendo
y ante la vida mi dolor enciendo
y lo hago fulgurar como una espada.
Germán Pardo García