CENTAURO EN SU CREPÚSCULO
Centauro al sol, mi cuerpo ya tolera
luz de tramonto. Y a sus sienes rojas
bajan de mi nadir célibes hojas
y harapos de la fría cordillera.
¡Oh mundo: tú eres mi ácida escollera,
mi lento acuatizaje? Tú me mojas
con agua sumergente y me despojas,
lo mismo que a tu grande primavera.
¡No me mates, oh mundo, no me quites
tu fuerza nuclear ni me limites?
A mi estatura tu calor levantas.
Todavía hay alcances en mi vuelo.
Un barro mezclador liga mi suelo
y un río servicial corre a mis plantas.
Germán Pardo García