VIDA DEL MUNDO
Por este azul fervor de mi rocío
que nace y crece y se transforma en nada,
está mi vida siempre arrodillada
al pie de cuanto es aire y nunca mío.
Porque mi alma pertenece al río.
Al fuego mi quemar. A la enterrada
potencia de los suelos mi asordada
combustión y mis bosques al estío.
Yo nada tengo que me pertenezca.
No hay una sola brisa que florezca
sobre un rojo coral suave y oriundo
de una espuma que no me pertenece,
porque la de mi ser vive y perece
como encerrado océano del mundo.
Germán Pardo García