EL SACRIFICIO
Apresuran las altas sementeras
el oro de las próximas gavillas,
y a desgranar las parvas amarillas
apróntanse las grávidas praderas.
Coronando el silencio de las eras,
campánulas silvestres y sencillas
amapolas, se ven en sus orillas,
como doradas cúpulas ligeras.
Por el surco feraz, aire propicio,
cual una suave mano, pacifica
superficies de tórridas labranzas,
y desde el sol desciende al sacrificio
de la tierra, la unción que purifica
los actos de las últimas alianzas.
Germán Pardo García