RADIANTE AURORA
Tu corazón tranquilo, como el Este,
vive de luz de mágicas auroras.
Tú, como el aire en las primeras horas,
ungida estás de plenitud celeste.
¡Qué suave palidez la de tu veste!
¡Qué silencios tan hondos atesoras,
y cómo de los ámbitos te doras,
sin que otra luz su resplandor te preste!
Todo tu ser se ha vuelto diamantino,
y a través de sus gozos me difundo
en las desnudas fuerzas esenciales,
y alzo mis nubes al temblor divino,
desde la viva claridad de un mundo
cuyas rosas parecen inmortales.
Germán Pardo García