SÓLO UN MEMENTO
He aquí la mesa. Aún sobre el olvido
de su bondad, está el amor, sediento
del agua de las ánforas, y hambriento
del noble pan por el amor partido.
Soledad de la mesa en que servido
quedó el manjar, intacto en su aislamiento.
En las copas el agua es un momento
y en la casa la voz un alarido.
Te ungí de gloria y te mostré mi cielo.
Mas tú vertiste en mi profundo anhelo
el vino cruel de tu palabra inerte.
Y tu palabra huyó por mi destino
como el aire glacial por un camino
que se angustió de sombras y de muerte.
Germán Pardo García