CASA DE ORO
Alegría, recóndita alegría.
Casa de oro en cuya blanca mesa
yo sacrifico la virtud ilesa
del luminoso pan de cada día.
Clara columna de sabiduría.
Ala justa de todo lo que pesa.
Honda señal de plenitud, impresa
sobre mi verdadera poesía.
Alegría feraz, múltiple y nueva.
Tierra de fe que desgarró la esteva
y cubrió la esperanza de verdura.
A tu verdad solar llevo mi trigo,
y al derramarlo en sus entrañas, digo
la palabra final de mi amargura.
Germán Pardo García