A MI MUSA
CON MOTIVO DE LOS TERREMOTOS DE ANDALUCÍA
¡Oh Musa, que en el combate
de la vida, no has tenido,
a tu honor rindiendo culto,
lisonjas para el magnate
injurias para el vencido,
ni aplausos para el tumulto!
Como en días de pelea,
si la lástima no embota
ni embarga tu pensamiento,
hoy alza tu canto, y sea
un gemido cada nota
y cada estrofa un lamento.
Ante el inmenso quebranto
de la hermosa Andalucía,
da curso a tu angustia fiera;
pero no te impida el llanto
proclamar ¡oh Musa mía!
la verdad, siempre severa.
Tus sentimientos acalla,
porque el celo inmoderado
al mísero desvanece,
y en esta humana batalla
quien adula al desgraciado
no le anima: le envilece.
Dile más bien: «—¡Adelante!
Cumple tu ruda faena
y llora, pero trabaja;
que el varón firme y constante
los estragos de su pena
con el propio esfuerzo ataja.
»No estés al pie de las ruinas,,
como inútil pordiosero,
indolente y abatido,
y al volver las golondrinas
labrarán en el alero
de tu nueva casa el nido.
»Ara, siembra, reedifica,
lucha contra la corriente
del infortunio en que vives,
y enaltece y santifica
con el sudor de tu frente
Ia dádiva que recibes».
Háblale así, Musa honrada,
y en tu noble magisterio
nunca profanes tu lira,
con la adulación menguada,
con el torpe vituperio
ni con la baja mentira.
1885.
Gaspar Núñez de Arce