IDILIO DUODÉCIMO
A ENARDA
Ríñenme, bella Enarda,
los mozos y los viejos,
porque tal vez jugando
te escribo dulces versos.
«Debiera un magistrado»,
susurran, «más severo,
«de las livianas musas
huir el vil comercio».
«¡Qué mal el tiempo gastas!»
predican otros. Pero,
por más que todos gruñan,
tengo de escribir versos:
quiero loar de Enarda
el peregrino ingenio
al son de mi zampoña,
y en bien medidos metros;
quiero de su hermosura
encaramar al cielo
las altas perfecciones;
de su semblante quiero
cantar el dulce hechizo,
y con pincel maestro
pintar su frente hermosa,
sus traviesos ojuelos,
el carmín de sus labios,
la nieve de su cuello;
y vayánse a la... al rollo
los catonianos ceños,
las frentes arrugadas
y adustos sobrecejos;
que Enarda será siempre
celebrada en mis versos.
Gaspar Melchor de Jovellanos
Obras Completas. Tomo I. Edición de José Miguel Caso González. Centro de Estudios del siglo XVIII e Ilustre Ayuntamiento de Gijón. 1984