IDILIO SEXTO
A LA MISMA
No sale más galana
por las doradas puertas
de Oriente, del anciano
Titón la esposa bella,
que sales tú a mis ojos,
oh dulce Galatea,
cuando a gozar del día
el blando lecho dejas;
ni más resplandeciente
su cara al cielo enseña
la plateada luna,
que el tuyo tú a la tierra,
do imprimen hoy tus plantas
la delicada huella.
Sin duda de las gracias
el coro, a tu lindeza
añade en esta hora
mil perfecciones nuevas:
brilla tu frente hermosa
con luz muy más serena,
y como al cielo el iris,
así tus negras cejas
dividen el nevado
contorno de tu esfera;
tus ojos... Musa mía,
¿cómo tu voz pudiera
los rutilantes ojos
pintar de Galatea?
¿Quién me dará que junte
del sol las luces bellas,
las sombras de la noche
y el fuego de la esfera,
para pintar los brillos,
la gracia y la viveza
de tus divinos ojos,
oh dulce Galatea?
Absorta el alma mía
los mira y los contempla,
sus luces la embriagan,
sus llamas la penetran.
Veo que en tus mejillas
la rosa bermejea,
y del clavel purpúreo
tus labios son afrenta.
Juegan sobre tu boca
las risas halagüeñas,
y en el ebúrneo pecho
la cándida azucena
derrama su blancura.
¡Ay Dios, cuántas bellezas
mis ojos inflamados
registran en tu esfera!
¡Ah, no me las ocultes,
oh cruda Galatea!
¡Guarte, que no se enoje,
si al mundo se las niegas,
la mano bienhechora
de la Naturaleza!
¿Criólas por ventura
para que no se vieran?
Si es ella generosa,
¿por qué eres tú avarienta?
Gaspar Melchor de Jovellanos
Obras Completas. Tomo I. Edición de José Miguel Caso González. Centro de Estudios del siglo XVIII e Ilustre Ayuntamiento de Gijón. 1984