MANO EN EL AGUA
A Eduardo Díez-Rábago.
Hierve el agua feliz de sal y roce,
al desflorarla en flecha la costura
de la proa. Por una y otra amura,
senos se hunden, abultan, piden goce,
tacto viril, castigo que destroce,
solidez a que asirse, forma dura.
Y yo dejo colgar mi mano impura,
mi mano que el misterio desconoce.
Mano en el agua, palma muerta, estrella,
dedos que peinan lágrimas y risas,
líquidas chispas de la helada fragua,
mimos de madre y burlas de doncella.
Mano en el agua y sus delicias lisas,
siempre verde, inconsútil, virgen agua.
Gerardo Diego