SOLEARES
Desde que te conocí,
nunca tan lejos te viera,
nunca tan lejos te ví.
Soleá de los espejos,
que si lejos, que si cerca,
que si cerca, que si lejos.
Me arranco por soleares.
Tengo soledad de tí,
pero tú, ni te compares.
Para ver bien cómo eras
—a la distancia precisa—
cómo eras, pero de veras,
me vine a esta costa brava.
Y eras como yo te quise,
como yo me figuraba.
Soledad de soledades
¿y todo soledad? No.
Yo canto por soledades.
Y el cantar ya es compañía,
cerré un momento los ojos
y era tu voz la que oía.
Allá van mis soleares
por encima de los montes,
por encima de los mares.
Hasta llegar a la luna,
a la esquina de una calle
con una reja moruna.
La luna llena de espejos,
para burlarme de cerca,
para llamarme de lejos.
Gerardo Diego