Sabe Dios sin saber de vos deseo,
y témolo saber más que la muerte:
ved, señora, cuál es mi mala suerte,
de qué contrarios tormentar me veo.
De no saber de vos tan mal poseo
que en fiera rabia el desear convierte;
y por no saber nueva en que no acierte,
el triste desear huyo y rodeo.
Así el que ve la nave irse abrasando,
estando dentro en ella en la batalla,
modo para salvarse anda buscando;
mas doquiera que va su muerte halla:
el enemigo, el contrastar nadando;
y en la nave ella viene sin buscalla.
Gutierre de Cetina