ADVIERTE CONTRA EL ADULADOR QUE LO DULCE QUE DICE NO ES POR DELEITAR AL QUE LO ESCUCHA, SINO POR INTERÉS PROPRIO SUYO, Y AMENAZA A QUIEN LE DA CRÉDITO
Con acorde concento, o con rüidos
músicos, ensordeces al gusano,
para que los enojos del verano
no atienda, ni del cielo los bramidos.
No es piedad confundirle los sentidos;
codicia sí, guardándole, tirano,
para que su mortaja con su mano
hile y, en su mortaja, tus vestidos.
Nació paloma, y, en tu seno, el vuelo
perdió; gusano, arrastra despreciado,
y osas llamar tu vil cautela celo.
Tal fin tendrá cualquiera desdichado
a quien estorba oír la voz del cielo,
con músico alboroto, su pecado.
Francisco de Quevedo y Villegas