EL NIDO DE LOS AMORES
En lecho de mirto y rosas
Arrullando está Dione
Una turba de Amorcillos,
Cual nido de ruiseñores.
Muestran los recién nacidos
Condición tímida y dócil;
Mas baten las tiernas alas,
Y ya a volar se disponen:
Remedan unos el llanto,
Para ablandar corazones;
Mientras adormidos otros
Fingen que ni ven ni oyen.
Los grandezuelos descubren
Más dañadas intenciones,
Y en vez de inocentes juegos,
Aguzan flechas y harpones;
Pero con doble malicia
Las armas visten de flores,
Y doran la aguda punta
Que el letal veneno esconde.
Solo el más gentil de todos
Aljaba y arco depone,
Y en vaso espumoso forma
Leves pompas de colores:
A su blando soplo ascienden,
Y céfiro las acoge,
Del cielo el iris retratan,
Brillan, vuelan, y se rompen...
«¿Ay cuitadilla de mí,
—Dijo suspirando Cloris—
Venid , zagalas, y ved
La imagen de mis amores!»
Francisco Martínez de la Rosa