LA LUNA
Ven al vergel delicioso
Que ciñe el Dauro tranquilo;
Ven, no tardes, dueño hermoso;
Que Amor nos presta su asilo,
Apartado y silencioso.
Su cáliz abren las flores
Al céfiro que las mece;
Cantan dulces ruiseñores;
Y la Luna se embebece
Escuchando sus amores.
Creyose de amor exenta,
Y al amor mostrose esquiva;
Mas ya su engaño lamenta,
Y en la noche fugitiva
Con ver su amor se contenta.
Duerme entre tanto su dueño,
Y ella al amor le provoca;
Mas por no turbarle el sueño,
Apenas sus labios toca
Y desiste de su empeño....
Despierta, ingrato Pastor,
Y goza tanta ventura;
Mira que vuela el amor,
Que su dicha poco dura,
Menos dura que una flor:
Mas por su dulce embeleso
Bien puedes trocar tu calma;
Que un halago, un solo beso
Da tanto placer al alma,
Que se rinde al blando peso...
Ven, corre, vuela a mis brazos,
No tardes, hermosa Lidia,
Estréchame en dulces lazos;
Y el Zagal nos tendrá envidia
Contando nuestros abrazos:
La misma Luna en el cielo
De amor al vernos se abrasa;
Y con triste desconsuelo
Nos contempla, corre, pasa,
La faz envuelta en su velo.
Francisco Martínez de la Rosa