LOS JUEGOS DEL AMOR
Con un cristal Cupidillo
Jugando, el sol reflejaba;
Y a Dorila deslumhraba
Con el vivísimo brillo:
Mas con maligna intención
El cristal inclinó luego;
Y al instante prendió el fuego
En el tierno corazón.
Quitose el cendal un día,
Y los ojos vendó a Flora;
Y la inocente pastora
Del leve juego reía:
Mas el rapaz se ocultó;
Afligiose la doncella;
Y al ir ciega tras su huella,
Presa en sus redes quedó.
Francisco Martínez de la Rosa