Voy siguiendo la fuerza de mi hado
por este campo estéril y ascondido;
todo calla y no cesa mi gemido
y lloro la desdicha de mi estado.
Crece el camino y crece mi cuidado,
que nunca mi dolor pone en olvido;
el curso al fin acaba, aunque estendido,
pero no acaba el daño dilatado.
¿Qué vale contra un mal siempre presente
apartarse y huir, si en la memoria
se estampa y muestra frescas las señales?
Vuela Amor en mi alcance y no consiente,
en mi afrenta, que olvide aquella historia
que descubrió la senda de mis males.
Fernando de Herrera