SONETOS PARA LUGARES COMUNES
I
Es tan blanca, tu piel, como la nieve.
La nieve quiere al sol por lo brillante.
Y el sol, que se enamora en un instante,
se acuesta con la nieve y se la bebe.
El sol, aunque es muy grande, no se atreve
a hacerse olvidadizo y arrogante:
se acuerda de su novia fulgurante
y se pone a llorar, y entonces llueve.
Y llueve y llueve y llueve y de repente
la lluvia se hace nieve: esta mañana
que nieva tanto en Londres, y ha nevado
luminosa y nupcial y blancamente
en jirones, tu piel, por mi ventana,
ningún sol, como yo, tan desolado.
Fernando del Paso