SONETO V
De sus hermosos ojos dulcemente
un tierno llanto Filis despedía,
que por el rostro amado parecía
claro y precioso aljófar transparente.
En brazos de Damón, con baja frente,
triste, rendida, muerta, helada y fría,
estas palabras breves le decía,
creciendo a su llorar nueva corriente:
«¡Oh, pecho duro!, ¡oh, alma dura y llena
de mil durezas!, ¿dónde vas huyendo?,
¿do vas con ala tan ligera y presta».
Y él, soltando de llanto amarga vena,
de ella las dulces lágrimas bebiendo,
la besó... y sólo un ay fue su respuesta.
Francisco de Aldana