ÁLBUM DE FAMILIA
Esta que asoma al fondo era tía Adela,
maga del mundo y viva en tantos tiempos
que hasta hoy no sé si existe o si no existe.
De aquel abuelo heredé el nombre. Una carreta
destartalada lo arrancó del pueblo
para enterrarlo lejos. Yo nacería después
y sin embargo lo recuerdo.
Luis, el letrado, se fue pronto
el año de la peste. Dejó cartas, postales,
el mapa de una vaga inocencia.
Verónica es aquélla del abanico blanco
y esa altivez que le sentaba bien.
De este José —hubo otros— nadie supo
dónde, cuándo cayera. Erraba solo
gritándole a su sombra en los caminos.
El rey Ricardo se ve mucho más joven
que su muerte. Y acaso así haya sido…
En la perdida tierra de mis ausentes,
este álbum casi invisible que cierro y abro
quema mis párpados velando ante su sueño.
No los despiertes hasta que me reúna
para siempre con ellos en la última página.
Eugenio Montejo