EN EL BOSQUE
En el bosque, donde es pecado hablar, pasearse,
no poseer raíz, no tener ramas,
¿qué puede hacer un hombre?
La soledad no basta para engañar al viento,
de ningún brazo se construye una puerta,
la piel, las uñas nunca sirven
para un nido de pájaros.
Y el viento lo sabe.
En el bosque, quien no ha logrado ser un árbol,
solo puede llegar de parte del otoño
a pedir unas hojas,
mejor si lleva harapos de mendigo,
algún morral raído, un palo, un perro
y ninguna esperanza.
Verá como lo trata el viento,
cómo su ofrenda le llenará las manos.
Eugenio Montejo