NO ERES TÚ, ES LA POESÍA
No me gustas.
Es más,
odio esa boca:
parece dos gusanos rosas serpenteando
entre un festín de fuegos artificiales
con sabor a melocotón,
con olor a hierba recién...
Que no.
No me gustas.
Detesto tu pelo,
tan despeinado que parece hecho a propósito,
tan largo que está siempre fuera de lugar.
No creo en él.
Cuando lo toco parece ceniza
y me invade una tos en el pecho
y su tacto me recuerda
a ese día
que hundí los pies
en la arena de aquella playa de Barcelona
después de más de tres años
sin ver el mar
y creí ahogarme mientras volaba
y de repente todo era azul
y todo era tan suave como...
Que no.
No me gustas.
Me da asco tu voz,
su manera de precipitarse
sobre el mundo como si tuviera todas las respuestas,
la excesiva torpeza de sus palabras,
el lugar equivocado sobre el que se asienta,
su exasperante lentitud
al hablar
como si fuera una mariposa desnuda
e hiciera el amor a todo lo que ve
tan despacio
como si aún fuera ayer
y mi cuello
estuviera siguiéndole el compás,
cayendo en sus vocales,
azucaradas y silentes,
volviendo a redactar
su abecedario de prosa floreciente...
Que no.
No me gustas.
Siento indiferencia por tus latidos,
siento un vacío atronador por tu vida,
por tus idas y venidas,
por tus triunfos calculados
y tus victorias dirigidas,
por tu cuerpo fracasado,
por ti desnuda, indefensa y derrotada
aunque así seas lo más parecido a la libertad
que saboreé desde el suelo,
un encanto sin remedio,
un abrazo inherente a tu lápida,
tus ojitos tristes
llamándome ambulancia,
el olor de tus pestañas
pidiéndome ayuda,
mis ganas de dormir a tu lado...
Que no.
No me gustas.
Cállate.
Deja tu sexo a un lado.
Deja mi alma al otro.
Que no me gustas.
Es insoportable
tu caminar por las azoteas,
esa forma canina
de tropezar en mi tejado
y traerme tus heridas.
Es totalmente insoportable
el olor a asfalto que dejan tus huidas.
Hay tantos cadáveres
bailando en tu tumba
que creo que estoy muerta,
esperando a que suene la música.
No me gustas. Pese a lo que viene después.
Porque no es por ti,
mi amor.
No eres tú,
es la poesía.
Elvira Sastre