NACIMIENTO
No me sostengas. Todo
es ya cielo. ¡Asómate!
Mi cuerpo está cayendo,
—¡qué hondura de memorias!—
Mi cuerpo sin tus manos,
sin tus plumas de cera.
Desde el nivel de un sueño,
falto de fe en sus alas,
se escapó de tu sombra
temblando en una lágrima.
Deshilándome el pecho
por tu espejo resbala:
¿un siglo?... ¿Dos?... ¿La aurora?...
¡Tu vientre sobre el agua!
Emilio Prados