OTRA CANCIÓN
Ren Weschler recogió su testimonio. En 1975, Breyten Breytenbach era el único preso blanco entre los muchos negros condenados a muerte en la cárcel de Pretoria.
Al fin de cada noche, uno de los condenados marchaba al patíbulo. Antes de que el piso se abriera bajo sus pies, el
elegido cantaba. Cada amanecer, una canción diferente despertaba a Breyten. Aislado en su celda, él escuchaba la voz del que iba a morir.
Breyten sobrevivió. La sigue escuchando.
Eduardo Galeano