Todavía recuerdo
aquella calle
de faroles amarillos,
con aquella luna
llena entre los alambres
eléctricos
Y aquella estrella
en la esquina,
una radio lejana,
la torre de la merced
que daba aquellas
once:
Y la luz de oro
de tu puerta
abierta, en esa calle.
Ernesto Cardenal