NOTICIA
(Aviso de la muerte de Enrique González Martínez).
Se acaba el pan del alma, compañero,
el pan mejor del mundo peregrino;
me dicen los amigos del molino
que acaba de morir el molinero.
Enrique, el grande, ha muerto; el campesino
que lo quiso llorar, dijo al obrero:
—No hay que llorar la muerte de un viajero,
hay que llorar la muerte de un camino.
Y de su altar, y con la voz ausente,
el águila que ahoga a la serpiente
nos dijo: —Éramos dos para lo bello,
pero el mal tiempo le aflojó la mano
y junto al cisne de torcido cuello
como dormido se quedó mi hermano...
Andrés Eloy Blanco