LA DULCE OLA
A Yefrén, Canario y Berebere, que
nos enseñó el vocablo adúcar.
La niña de mi pueblo marinero,
que esconde en caracolas sus canciones,
trata a las olas como a los limones
y al mar que se las da, como al frutero.
Se entiende con el mar, pero primero
prueba las olas, cata los pezones
de espuma y dice: —Tengo mis razones
para esperar la dulce; y yo la espero.
Digo a la niña de las caracolas
que lo amargo, en lo lindo de las olas,
está como el gusano en el adúcar.
Pero a la niña no le importa nada,
porque tiene la lengua tan llorada
que confunde la sal con el azúcar.
Andrés Eloy Blanco