EL RETRATO 1
De todo aquel delirio de ternura
de toda aquella fragua de entusiasmo,
de aquel amor vecino a la locura
y aquel placer torcido en el espasmo;
de aquel cuento de celo y paroxismo
que en mi espíritu abrió súbitos rastros
y por la noche de mi escepticismo
pasó veloz como una fuga de astros;
de la mañana en que nos encontramos
¿Dónde fue? ¿junto al mar? ¿buscando un nido?
y en un ímpetu mutuo nos hablamos,
cual si ya nos hubiésemos querido
del baile donde hundiste entre mi guante
la seda de tus índices enanos
y dijiste rozándome un instante
—Todo mi cuerpo cabe entre tus manos...
de tus cartas olientes a tu pecho;
de las mías que guarda aquel armario
que en un divino sacrilegio has hecho
entre las hojas del devocionario;
de la noche azorada en la ventana
mientras la solterona espía en vano
con su alusión doliente de manzana
que se ha podrido sola en el manzano;
de la burla infantil al padre ciego,
que, mientras a su lado me mordías,
te amenazaba con echarte al fuego
si llegaba a saber que me querías;
de aquellas cacerías que entre bromas,
daban a tu corpiño más afanes,
para que en el corral de tus palomas
picotearan amor mis gavilanes;
de tu agonía, cuando en un retozo
mi caricia exploró sendas discretas,
y aquel claro sudor sobre tu bozo,
como el rocío sobre las violetas;
de la angustia inicial de tus ojeras
la tarde en que el pudor rompió su manto
y rodó hasta el azul de sus riberas
la ola cristalina de tu llanto;
de aquel agotamiento de vencida
con que tu castidad rindió su acero:
y aquel «jamás» cuando te dije «Olvida»
y aquel «vendré» cuando te dije «Espera»;
del frémito final: zarpa y rugido
carne en tortura, carne en agonía
(tronchaba el corazón cada latido
y el labio gozador reverdecía)…
de todo aquello no nos queda nada;
sólo un retrato tuyo, en mi cartera,
me recuerda tu risa, eternizada
con una eternidad de calavera,
y en la alegría de tus dientes preso,
como en un carnaval un niño triste,
enjaulado en marfil quedó aquel beso
que me quisiste dar cuando te fuiste...
Andrés Eloy Blanco
1 El Universal, Caracas, 11 de febrero de 1923, p. 1.