EN LA HERMÉTICA SALA, SANTUARIO DE AFRODITA 1
En la hermética sala, santuario de Afrodita
se ahogaba mi ternura bajo el gris protector;
Amor: ¿qué importa el ceño de Hipodamia maldita
si en la misma Hipodamia fue maldito el Amor?
¡Salve, Mujer de carne, fuente de Poesía,
la lira de Polimnia y el carrizo de Pan,
Copa de lenitivos, miel de Sabiduría,
Manzano que iniciaste la cosecha de Adán!
Pasaste... En un receso de mi pasión, la calma
de una tarde sincera me enseñó a comprender;
murmuraron las frondas: «¡Hay mujeres con alma!...»
y en la paz de las frondas encontré una mujer...
Pobre mujer sin alma; toda tu carne asume
la expresión de una rosa sin rocío ni olor;
dicen bien los que dicen que el alma es un perfume,
porque yo la he encontrado deshojando una flor.
¿Tu dolor de abandono será verdad? ¿existe
acaso algo de espíritu en tu desolación?,
cuando claman tus labios «Señor ¿por qué me
diste
para tantos dolores un solo corazón?».
Yo creo que es la rabia de la carne perdida;
no temas; aún me quedan alas para el placer
aunque el alma se guarde contra la acometida
en mi boca hay un beso para cada mujer.
Andrés Eloy Blanco
1 Original tiposcrito, sin título. Biblioteca Nacional.