DESPEDIDA
Llegaste a mí, turbada e indecisa,
tu fúlgido mirar de profetisa
reclamando justicia a mis desmanes;
se acrisoló de celos musulmanes.
Oleajes de cólera imprecisa
me hicieron presentir tus huracanes,
y el cínico desdén de mi sonrisa
desvaneció tus últimos afanes...
Entonces fue cuando flotó en la nada
la despedida azul de tu mirada,
y escuché sollozar tu desconsuelo;
saliste, compungida y vacilante,
y un llorar silencioso de diamante
concentró el origán de tu pañuelo.
1919
Andrés Eloy Blanco