DOS EXTRAÑAS
I
ELISA ELVIRA
Es España la vieja, que arrebata y admira;
vibrante en la Padilla, piadosa en Isabel;
que mira, y en los ojos de fuego con que mira
reverbera el orgullo que azulea en su piel.
Pero también es Francia. ¿Verdad, Elisa Elvira?
Y espera el hada buena que le anuncie al doncel,
una mano en el pecho y otra mano en la lira,
como la Tolosana suspirando por Él.
Yo la sueño en un trono, bañada de armonía,
imponiendo en un Código de luz la Poesía,
guardando en sus breviarios el mal de Bradomín.
Mujer sencilla y brava, perturbadora y fuerte:
será soplo de vida, más allá de la Muerte,
mujer, extraño acorde de tambor y violín.
Andrés Eloy Blanco