DESPUNTA EL ROBLE...

Despunta el roble
sus inmensas alas
en la desnudez
de junio. Bajo el
rezo. Un rezo antiguo
de campesinos o cazadores
bajo las lengas
quien sabe
que memorias acosan
bajo la rosa de nieve
o de los vientos

Un McLennan un Chancho
Colorado persigue a
mis abuelos o a mis
hermanos. Vigilia
frente al fuego. La vaca
arropada en la plaza
de junio por los viejos
que llaman a los que
se fueron. Así
se dijo: volveré
desde la cordillera del cielo

Estoy oyendo a Kiepja
ultima de su pueblo
con una toca de plumas
la cara en arcilla roja
Publico de los dioses
ahora es la que canta
la que guarda «para los indios
del norte». Para mi
en trance frente al fuego

Escala las ladera
de la montaña en seda,
senda abierta por otra
mujer. Aguilucho
mi waiuwin desde allí
sana. Avivo el fuego

junto al sendero que une
mi casa con los fondos
de la isla. Me hamaco
en un murmullo. En un
lamento cuando el chico
llega. —Cuantos años
tenes Ramón —Catorce

—que vas a ser de grande
Silencio
—Albañil, carpintero,
lo que venga —silencio—;
policía tal vez
—Lo que venga es también
lo que pongas. —Si —silencio
—Lindo el fuego
Ramón hablara por mi
y yo, por vos, Kiepja

Tres días y tres noches
cantamos para sostener
vivas a las ballenas
en el helado mar
antártico hilos
invisibles entretejen
nuestro waiuwin. Comer
Curar. Cantame:
ala ala mientras
bajamos la ladera

Piso tu senda. Ensoñar
es hallar imagen
sobre la cordillera
He tomado asiento
Dos madres me lo entregan,
ellas las que partieron

Se deshace el secreto
La hendidura que va del este
al oeste a través del fuego
lo revela: no hay poder
contra la muerte hay
memoria, cura: K'terrnen,
espiritu encantador
El fin de un mundo abriga
otro en el corazón