FOGATA DE SAN JUAN
En los susurros de la Cora
chispea el fuego. Arde
la base con ilusión
de perennidad secreta
y constante
como los bosques que caen
y se alzan en sus retoños
siendo siempre el bosque atento
y ajeno al mismo tiempo
de su vasta singularidad
Alza la belleza de las llamas
lenguas no sonoras que cazan
al ojo de la multitud
Chispea el cuerpo como madero
del otro bosque: sonrisa, roce
dicha continua de la noche
solsticial. Alma
grande en los susurros
de la Cora atravesado
por el golpe del tambor
Todo se funde en la senda
de la tierra que da sostén
Reparación constante y
secreta, murmullo que deja
dar la vuelta para beber
en la vertiente que nos abreva
y salir después, a la flama
del aire, a mañana y ser
lo uno y lo otro, ayer,
después, yo y nosotros
Vienen por Honduras
los niños no por soledades,
alzando sus alados
muñecos de papel:
ceremonia de la quema
los dolores viejos y los sueños
ya gastados
se dejan ir en las manos
de los niños de mi aldea
cuyos ojos llevan la memoria
no de lo que hicimos,
sino lo soñado
Cumbre del espiritu,
Monteagudo y Lautaro,
copla que viniera
de los rios de Castilla
cauce de agua
americana, batatas
ensartadas en un palo
dulces que crepitan
en la base cle la Cora,
comida y corazón
latiendo reconocen
un alma grande
cercando el fuego
Serenata de San Juan:
lanza el sortilegio,
la imagen de lo hecho
lo deseado, se alza
por el aire de la llama
se canta con el cuerpo
sin palabras
atado en su pañuelo
cuatro puntas el amor
el dolor de lo perdido
y el tambor del corazón
quemandose secreto,
duradero en el alma
de la Cora. Vertiente
de lo humano que se anuda
a nosotros al cuidado
violento y tierno de lo dado
A dar, lo que vendrá
en la noche de San Juan
Diana Bellessi