PREGÓN GENERAL
Hacer manda esta justicia
A las chamarras presentes,
Por los delitos siguientes,
La reina nuestra, Malicia.
Y el pregón de su querella
Desta manera comiença:
«Que salgan a la vergüença,
Pues osan andar sin ella».
Salgan según su vejez,
Hagamos honra a las canas,
Salid vos, la de Mançanas,
Hecha en el año de diez;
No aleguéis por leonada;
Que ya, por tener tesón,
Habéis perdido el león,
Y quedastes en la nada.
Vos, Castillejo, salid
Con la que en azul fue novia,
Texida dentro en Segovia,
Cortada en Valladolid;
Por todo el mundo traída,
Y en su triste senectud
Salió de Calatayud
De viejo luto teñida.
Fernán Pérez eche fuera
La suya, azul, clara y vieja,
A dar cuenta de una ceja
Que tuvo en la delantera,
No le valgan sus afanes,
Aunque alegue por raída,
Pues al cabo de su vida
Se puso de tafetanes.
Diego Ramírez presente
La suya, gris, tinta en lana,
Que tiene muestras de sana
Y secretos de doliente;
Y pasa muy a la clara
Vergüença, pues la perdió
El día que consintió
Cuchillada por la cara.
La de Álvar Pérez, morada,
Pague por su desamor;
Mas, pues es comendador,
Sea antes desgraduada;
Pero tómenla en los braços,
Y miren bien a la luz,
Que al quitarla de la cruz
No se les haga pedaços.
Sin culpa sale ni tacha,
Al pregón, la de Tobar,
Pues que mantuvo collar
De seda cuando mochacha,
Mas los ribetes así
Dicen, mostrando su cuero:
«Tiempo es, el caballero,
Tiempo es de andar de aquí».
Meneses y su cuñado
Saquen sus dos alemanas
A pagar, pues son hermanas,
Juntamente su pecado.
Han cometido traición;
Que en Castilla se criaron,
Y fueron luego, y dejaron
Lo mejor en Aragón.
La de Pinedo se olvida;
Salga acá, dará su vuelta;
Que aunque mal parece suelta,
Muy peor anda ceñida;
Y a todos ponga mancilla;
Que el traidor que la cortó,
De los pliegues la quitó,
Por crecer en la capilla.
Salid vos, la de Sarmiento,
Vieja, oscura y leonada,
Que por mal guarneteada
Podéis perder casamiento;
Y decid esta canción,
Llorando vuestro desastre:
«Por mi mal os vi yo sastre,
Que por vos salgo al pregón».
Salinas salga, y escote
La suya, mangas de boba,
Que cuando moça fue loba
De luto con capirote;
Y por tales cuchilladas
No se escape de pregones,
Aunque muestre los botones
Con que las tiene cerradas.
La corta desvergonçada
De Piedra, salga a las bodas,
Que para mengua de todas
Las chamarras fue criada;
Y por tan mala invención,
Traje, color y planeta,
No se escape aunque se meta
So las faldas del sayón.
Tapia, el aposentador,
Saque la suya a la pena;
Que aunque su hechura es buena,
Es muy triste su color;
Y también su presunción
Es caso que toca al Papa,
Porque le sirve de capa
Sin tener dispensación.
Salga acá la de Villoria,
Que piensa, por ser ferrete,
De quedar con su ribete,
In perpetua rei memoria;
Mas yo, como amigo fiel,
Que la despida le mando,
Porque le está amenazando
De vivir más que no él.
Salga la desesperada
De Canseco, y dará fe
De cómo dos veces fué
De mala guerra ganada,
Do cobró tales raíces
De codicia por el mundo,
Que aun con el amo segundo
Anda ganando perdices.
Salga con su gruesa lana
La de Somonte a la hora,
Que siete veces fue mora
Y otras tantas alemana;
Y al cabo de sus delitos,
Sin que el Papa lo otorgó,
A San Francisco negó
Por tornarse de benitos.
La de Mercado, alevosa,
Hecha con tanta miseria,
Desque revolvió la feria
Puso pies en polvorosa;
Que viendo qu'estas padecen
Sin culpa, por su pecado,
Dixo en secreto a Mercado:
«A los pies, señor, que ofrecen».
No falta quien las acuse,
Que las manden desterrar;
Mas tornóse a revocar
Porque no hay quien ya las use:
Y es el mal que sin consuelo
Ni esperança quedarán
Que esta mengua que les dan
Jamás se la cubra pelo.
Cristóbal de Castillejo