Hay que andar por el mundo como si no importara.
Sin preguntar el nombre del pájaro y la planta,
ni al capitán del buque, a dónde lleva agua.
Mirar al otro lado del que todos señalan,
que es allí, dónde crece la rosa inesperada.
Hablar con el herrero, del caballo y la fragua,
pero mirando al fuego, con atenta mirada;
puede que en un silencio, veas la salamandra.
Crear el nombre hermoso de alguna imaginaria mujer,
y luego a todos preguntarles con ansia:
si no la han visto, acaso te lleven a su casa...
En la copa vacía beber con esperanza,
tal vez una divina locura, de cristal guarda.
Sacar siempre a los ojos, el aire azul del alma,
ver lo que nunca alcanza la mirada...
Conrado Nalé Roxlo